- Mi padre era imbécil. Trabajaba en un banco y lo atraparon robando bolígrafos.
- Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre: — Hicimos lo que pudimos... pero salió.
- Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo.
- Mi padre llevaba en la cartera la foto del niño que ya venía en la cartera.
- Pronto me di cuenta de que mis padres me odiaban: mis juguetes para la bañera eran una tostadora y una radio.
- Una vez me perdí. Le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis padres. Me contestó: — No lo sé, chaval, hay muchos sitios donde se pueden esconder.
- El último deseo de mi padre moribundo fue que me sentara en su regazo. Estaba en la silla eléctrica.
- Trabajé en una tienda de animales. La gente no paraba de preguntarme cuánto iba a crecer.
- Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron a mi padre un trozo de mi dedo. Mi padre dijo que quería más pruebas.
- Una vez me encontré a las autoridades sanitarias. Me ofrecieron un cigarrillo.
- Un día me llamó una chica a casa diciéndome: — Ven a casa, no hay nadie—. Cuando llegué a su casa no había nadie.
- A mi mujer le gusta hablar conmigo después del sexo. El otro día me llamó a casa desde un hotel.
- Una vez ingerí un frasco entero de tranquilizantes. El doctor me dijo: — Tómese una copa y acuéstese un poco.
- El psiquiatra me dijo que me estaba volviendo loco. Yo le dije que quería una segunda opinión. — De acuerdo, también es usted feo.
- Una vez me iba a suicidar tirándome desde un décimo piso. Mandaron un cura para ayudarme. Sus palabras de ánimo fueron: — Preparados, listos...
"El sentido del humor es comunicación y creatividad." Lluís Cuguta. La Vanguardia, 10-2-1996
domingo, 18 de mayo de 2014
Diario de un desgraciado
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