domingo, 18 de mayo de 2014

La novia judía

Un chico salía con una chica judía y quería casarse con ella. Para ello, tenía que pedirle permiso al padre. Al ir a casa de ella, el padre le explicó:

— Nosotros somos judíos y tenemos una manera peculiar de hacer las cosas. Si te quieres casar con mi hija tendrás que pasar una prueba. Toma esta manzana y mañana vuelves.

El chico, alucinado, salió con la manzana de la casa. Al día siguiente volvió a la casa a ver al padre.

— Muy bien —dijo el padre—. ¿Qué hiciste con la manzana?

— Pues me la comí, tenía hambre —respondió el chico. A lo que el padre replicó:

— ¿Ves¿ Muy mal. Nosotros, los judíos, pelamos la manzana y, con su piel, hacemos un licor buenísimo. Luego, partimos la manzana en dos; una mitad se la damos a los pobres y la otra la compartimos con nuestra familia. Y después, la mitad de las semillas las vendemos en el mercado y la otra mitad, cuando tenemos más las plantamos. ¿Te das cuenta de como somos? Bueno, para que veas, te daré otra oportunidad: toma este chorizo y vuelve mañana.

El chico se fue un tanto mosqueado y volvió al día siguiente.

— Muy bien —dijo el padre—. ¿Qué hiciste con el chorizo?

— Bien. Con la cuerda me hice unos cordones para mis zapatos; con la chapita, hice un colgante para su hija. Luego partí el chorizo por la mitad; una de ellas la corté en rodajas y la repartí entre los pobres y la otra la compartí con mi familia.

— Muy bien, muy bien —dijo el padre—. ¿Y qué hiciste con la piel?

— Con al piel me fabriqué un condón, me follé a su hija y aquí le traigo la leche para que se haga un capuchino.


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